Pero lo que la hace única no es precisamente su arquitectura, su modernismo o sus lindas chicas (parafraseando a Guaco). Sino ese regalo que nos dio la naturaleza y que arropa a cada uno de los caraqueños cada noche al acostarnos y nos da ese aire puro tan necesario ante tanta polución que transpiramos a diario, el cerro El Ávila, el sultán, el incomparable gigante que Manuel Cabré le dedicara gran parte de su obra pictórica y el responsable de la fama de Ilan Chester.
Este año vivimos una temporada de sequía peligrosísima que incendió (extrañamente) una gran parte de la montaña y todos nos quedábamos atónitos, impotentes y por supuesto tristes al ver como nuestro Ávila se quemaba y se quemaba.
Después vinieron las lluvias, y lluvias, y lluvias y la montaña volvió a verdecer, pero con tanta agua vinieron los desastres y se vinieron abajo muchas viviendas, dejando damnificados a muchísimos caraqueños.
Este problema trajo a la palestra una propuesta, que a juicio de quienes defendemos la naturaleza nos parece más absurda que insólita. Elevar la cota de construcción en el Parque Nacional Waraira Repano unos 20 metros. Lo que significa talar, quemar y construir viviendas, instalar electricidad, abrir conductos de aguas (blancas y negras), paso vehicular y un eterno etcétera contra el ambiente, y por supuesto los habitantes de Caracas.
Es decir, que por “beneficiar” a unas pocas familias (y constructoras) se le perjudica a 6 millones de habitantes, además que hará damnificada a nuestra fauna silvestre, la cual tendrá que emigrar a zonas más peligrosas para sus especies.
Caraqueño, es contigo… sólo tenemos esta montaña. No caigamos en peleas partidistas sin sentido, esto nos atañe a todos. Me es imposible pensar que estés de acuerdo con esta medida y menos aún que te quedarás de brazos cruzados.
Participa recoge todas las firmas que puedas y hagamos entrar en razón a quienes tienen el poder de revertir esta medida. Entra aquí y defiende a tu montaña:
Por Roger Pacheco Eslava
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